29.11.06

He perdido mi Tiempo

¡Estoy harta de perder mi Tiempo! Mi Tiempo se escapa continuamente al mínimo descuido. Cuando miro la televisión, en el trabajo, en la universidad, cuando miro las musarañas… Lo cojo entre las manos y se esfuma como humo. Lo meto en el bolsillo, y se escurre como agua. Lo guarda en una cajita… y desaparece.
Siempre que lo necesito, no lo encuentro. ¡Y ya me dirás que hago yo sin mi Tiempo en el mundo de locos que vivimos! Por suerte casi siempre sé donde localizarlo: recogidito entre las hojas de la agenda, aterrorizado delante del ordenador o perdido entre las estanterías de libros.

¡Oh! ¡Ya he vuelto a perderlo! ¿Dónde lo encontraré esta vez?

24.11.06

Al mal tiempo, buena cara



El día amaneció de perros. Y ella despertó en concordancia. De malhumor y dolida con el mundo por tener que vivir un jueves gris en lugar de un radiante sábado, se fue a la cocina a tomar el desayuno. Pero se había quedado sin chocolate y el pan estaba duro. En cuanto a la ropa que pensaba ponerse, no se había acordado que estaba sucia y arrugada. El gato no paraba de maullar y restregarse entre sus piernas y para empeorarlo todo… En la radio comunicaban que había habido un accidente y el tráfico estaba peor que nunca.

Se fue al baño y con el jabón y la esponja, se borró la cara amargada que llevaba y se pintó una de nueva donde lucía una gran sonrisa.

Ahora ya estaba preparada para salir a la calle y encarar un nuevo día.

un poco de agua porfavor


Estoy pasando por una leve sequía mental. Alguien me puede regar por favor?

No sé si es el frío que ha entrado en mi cuerpo y me ha helado las neuronas, o la angustiosa sensación de tedío que me asalta cada dos metros.


Hecho de menos la calor vital, el sol sobre mi cuerpo y el color del verano.
La arena de la playa chamuscando mis pies descalzos.
Las camisetas de tirantes, las minifaldas y las sandalias.
Quiero que vuelva el cielo azul y las nubes de algodón.
Que vuelvan las cerezas, las sandías y los melones de postre.
Quiero luz....

Bueno... sólo quedan 4 meses para que vuelva el buen tiempo.

5.11.06

La frecuencia de tus pensamientos

Normalmente en el tren, escucho música alegre para despertar. Pero las monótonas noticias del boletín horario me animaron a cambiar de emisora. De repente, el buscador automático se paró en el 85. Extraño, ya que mi radio empezaba en el 87.5. Mis cascos transmitían el silencio que contiene una caja llena de secretos. El leve zumbido que oía al principio, se transformó en susurros de palabras inconexas, de frases sin terminar, y de músicas infinitas. Mantuve el aliento, absorbiendo cada uno de los sonidos que se agolpaban en mi cabeza. Miré a mi alrededor, y entendí que cada uno de los viajeros que me acompañaba, era el emisor de los sonidos que me llegaban: La señora mayor canturreaba “angelitos negros” de Machín; El señor de corbata, cavilaba la mejor manera de abordar un aumento de sueldo a su jefe; La chica hippie de la mochila repasaba la noche anterior que había pasado con su novio. Me fijé en un hilo en concreto lejano y con interferencias. Era una sucesión de palabras y silencios, abstractos e incoherentes, propiciados por la ira o la tristeza o la melancolía. O quizá todo a la vez. Qué sé yo. Intenté averiguar quien emitía esa introversión. Caminé por el tren, perdiendo y recibiendo nuevas señales, y buscando la mejor recepción de ese pensamiento. Hasta que al fin lo capté. Joven, ojos ausentes y vacíos. Llevaba los cascos de un mp3 apagado. Él, sus pensamientos y yo. Me senté a su lado a escuchar y sentir su atrayente discurso. De repente, nos metimos en un túnel y perdí la señal. Moví el dial de la radio adelante, atrás… pero nada. Al salir del túnel volví a buscar la emisora con la esperanza de encontrar la mágica miscelánea de sonidos. Anhelando recuperar su hechizante hilo. Pero sólo encontré zumbidos y silencios. Había perdido para siempre la frecuencia de su pensamiento.