7.2.07

Aire

Muchas mañanas, cuando no quiero despertar mi cuerpo se revela contra mí de forma poco frecuente. Sufro una metamorfosis transformándome en un ser extraño y desconocido hasta para mi, ya que cuando abro los ojos para sorprenderme con mi nuevo aspecto, vuelvo a mi estado humano habitual.

Peso como una pluma, y si no fuera porque me atrapa la manta saldría volando como un globo. Después me hago diminuta, chiquitina… pero al mismo tiempo tengo la sensación de extenderme por toda la habitación, llegando a cada rincón, y queriendo escapar por la ranura de la puerta.

A veces, Soy suave y cosquilleante. Permanezco entre las sábanas tan tibia y liviana… Tan insustancial, que creo que he dejado de existir. En esos momentos, me asusto y vuelvo a ser Raquel.

Otras veces, soy ligera, pero fuerte y aguda como una espada. Cada poro de mi piel se eriza y siente cada uno de los objetos que tengo alrededor tan intensamente, que me duele el cuerpo y mis órganos están apunto de estallar. Cuando el dolor es insoportable, vuelvo a ser Raquel.


¿Qué soy?